El copago (en realidad repago, puesto
que sistema sanitario ya está financiado con impuestos en España) es
ineficiente según los análisis que hacen los expertos en países donde se aplica
de diversas formas (ver noticia en Público.es).
Hay tres puntos negativos básicos que implica la implantación del copago:
supone una barrera entre las clases pudientes y las no pudientes para el uso de
la sanidad, perjudica el nivel de salud de la población y aumenta el gasto
sanitario a largo plazo.
El primero es obvio. Las clases
más pudientes serán las únicas que puedan ir al médico con total tranquilidad, rompiendo
así la equidad en la sanidad. Dirk Heider, de la Universidad de Leipzig, ha
publicado en International Journal for Equity in Health un estudio en el que se demuestra que las
personas con menos ingresos son las que acaban teniendo mayores gastos en
relación a su renta.
La OMS asegura que "los
pagos directos tienen graves repercusiones de salud", porque
"disuaden a la gente de utilizar los servicios y hace que aplacen los
controles sanitarios". Esto implica que “no reciben un tratamiento
temprano, cuando las expectativas de curación son mayores".
Si bien el copago sí podría ser
eficaz para reducir el servicio a corto plazo, se ha demostrado que a largo
plazo aumenta el abuso en las clases más pudientes. A esto le tenemos que sumar
lo que antes comentábamos de que los menos pudientes van menos y más tarde al
médico, que tiene una consecuencia directa; llegan con enfermedades más
avanzadas y se incrementa el gasto en curación. Un estudio de Neal T. Wallace y
colaboradores en la Universidad de Portland State en el que comparó pacientes
con copago y sin copago concluye que los que tenían copago redujeron un 2,2% el
uso de fármacos y un 7,7% las visitas al ambulatorio. Sin embargo, aumentó el
número de pacientes hospitalizados en un 27,3% y un 13,5% los servicios de
poshospitalización. Los autores señalan que los copagos "cambian las pautas de tratamiento pero
no proporcionan los ahorros esperados". Otros estudios se hicieron a la
inversa (tenían copago y se eliminó) y se observó que los pacientes con menos
ingresos mejoraron la respuesta a los tratamientos. En Alemania, el copago para
acudir al médico de familia no ha reducido las demandas de consultas, por lo
que este sistema ha fallado en lo más elemental.
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