Hoy lloro. Me
entristecen sobremanera las noticias relacionadas con el medio ambiente. Lamentablemente,
desde hace unos años, la mayoría de las noticias que nos llegan respecto a ello
son malas. O muy malas. Lloro estos días al recordar la catástrofe del Prestige
-de la que se acaban de cumplir 15 años- o al ver que un año más se ha vuelto a
celebrar ese acto cruel y salvaje que es el toro de júbilo de Medinaceli. Y lloro
hoy al enterarme de que un grupo de salvajes sin compasión han tirado por una
ladera en Asturias a un jabalí, cuyo único error fue cruzarse en su camino.
Me pregunto
qué cojones busca esa panda de desalmados en el campo. Cuando yo voy al campo o
a la montaña, lo que quiero es disfrutar al máximo de los tesoros que nos
regala la naturaleza. Quiero disfrutar del tacto, el sonido y el olor del
entorno natural, de los animales y de la vegetación tal y como son. Y quiero
que todo ello siga ahí, en las mejores condiciones, todo el tiempo que sea posible. Por eso no me entra de ninguna forma en la
cabeza cómo es posible que haya gente que vaya al campo y cometa este tipo de
barbaridades. O de las del tipo de dejar la basura en cualquier parte, arrancar
las plantas que nos gustan, dar patadas a las setas que nos encontramos o matar
a los insectos que curiosean cerca de nosotros. Hay ahora una moda de hacer
senderismo, porque es bueno para la salud. Pero maldita la hora en que se puso
de moda, si hay una parte de la gente que no entiende que la naturaleza no es
suya, no está para servirles, ni es modificable a su gusto. Ojalá que toda esa
gente se quedara en el sofá de su casa y no vuelvan a pisar nunca una montaña. Quizá
eso sería malo para su salud, pero sería muy bueno para la del resto de los
seres vivos.
PD1: digo ‘ojalá
se queden en el sofá’ por ser políticamente correcto, pero lo que de verdad me
gustaría es que los hijos de puta que tiraron al jabalí se despeñen en alguna
colina.
PD2: otro
día hablamos de por qué la legislación española no castiga severamente este
tipo de acciones.