domingo, 13 de diciembre de 2009

La tristeza del arte

Guillermo Vargas, conocido artísticamente como Habacuc, sembró controversia el pasado año cuando incluyó en una exposición en la Galería Códice nicaragüense a un perro callejero famélico atado. El animal se encontraba amarrado con una cuerda de nylon atada a otra cuerda sujeta con dos clavos en un ricón de la sala. Dos versiones circulan por el mundo: una que el animal murió de inanición (al parecer objetivo inicial del autor) y la otra que el perro consiguió escapar. Esta última versión parece menos creíble más que nada porque unos dicen que sólo estuvo un día y otros dicen que se escapó a los tres días. En cualquier caso, parece inadmisible el uso de animales como "arte" y mucho menos cuando estos son torturados sin comida ni bebida.

Habacuc se inspiró en Natividad Canda, un indigente matado por dos rottweilers en Costa Rica, bautizando al perro callejero, que él mismo capturó, con el nombre de Natividad. Es, pues, una especie de venganza. No estaría bien si yo mañana salgo a la calle y mato a la primera persona que me encuentre en la calle porque un Francisco mató a mi bisabuelo, no? Mucho menos si lo hago exponiéndolo al público. Si esto se acepta como arte, entonces el verdadero concepto de Arte murió hace mucho tiempo.


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